En la historia democrática de la República Dominicana, pocos líderes han dejado huellas tan firmes como el presidente Luis Abinader. Su gestión no solo ha estado marcada por logros concretos en materia de transparencia, institucionalidad y desarrollo, sino también por una postura firme y coherente frente a un tema históricamente polémico en nuestro país: la reelección presidencial.

Luego de ganar de manera legítima y contundente su segundo mandato en las elecciones de 2024, Abinader dejó claro que no buscaría un tercer período, ni por la vía política ni por una posible reform constitucional. Este compromiso fue más allá de las palabras. El 27 de octubre de ese mismo año, impulsó La proclamación de la nueva constitución de la República Dominicana, que selló definitivamente la imposibilidad de que un presidente en funciones pueda modificar la Constitución para beneficiarse y optar por otro período consecutivo.

Este “candado democrático”, como muchos lo han llamado, representa un acto de madurez institucional pocas veces visto en la región. En un continente donde varios presidentes han manipulado sus constituciones para perpetuarse en el poder, Luis Abinader tomó el camino opuesto: el del desprendimiento personal por el bien de la democracia dominicana.

No hay duda de que Abinader cuenta con el respaldo popular para seguir gobernando. Su administración ha mostrado una lucha frontal contra la corrupción, fortalecimiento de la independencia judicial, crecimiento económico, inversiones extranjeras históricas y mejoras en la infraestructura y servicios públicos. Cualquier otro líder en su posición podría haber caído en la tentación de continuar en el poder. Pero Abinader prefirió hacer historia por la vía del ejemplo.

El mandatario ha entendido que su legado no debe medirse en años, sino en impacto. Lo que ha sembrado en términos de institucionalidad, credibilidad internacional y confianza ciudadana trasciende cualquier reelección. Con esta reforma, Abinader no solo blindó el sistema democrático, sino que elevó el estándar de lo que se espera de un verdadero estadista.

Luis Abinader ha demostrado que se puede gobernar con firmeza sin debilitar la democracia. Ha construido una narrativa de progreso sin populismo, de liderazgo sin caudillismo. Y ha logrado que muchos dominicanos recuperen la esperanza en la política como instrumento de cambio real.

Cuando finalice su mandato el 16 de agosto de 2028, lo hará como el presidente más valorado de este siglo. Pero lejos de retirarse por completo, se ha comprometido a seguir aportando desde su partido, el PRM, como garante de los procesos democráticos y promotor de nuevas generaciones de líderes que continúen el camino iniciado en 2020.

El rol que jugará Abinader fuera del poder será igualmente crucial. Su experiencia, visión de país y ética serán clave para fortalecer aún más la institucionalidad y para evitar que fuerzas retrógradas vuelvan a poner en peligro los avances conquistados. Él ha demostrado que se puede ser líder sin necesidad de aferrarse al poder.

El país necesita figuras como Luis Abinader: coherentes, democráticas y con una visión a largo plazo. Su decisión de no buscar un tercer mandato no fue una renuncia, sino una victoria ética y política que lo coloca en el pedestal de los grandes líderes de nuestra historia republicana.

La democracia dominicana sale fortalecida. Y con ella, todos los dominicanos que sueñan con un país más justo, más moderno y más institucional. El presidente Abinader ha dejado la vara muy alta, no solo para su partido, sino para todo aquel que aspire a gobernar esta nación con dignidad.

Artículo anteriorBanreservas superan los RD$ 600 mil millones en crédito
Artículo siguienteCollado y Arajet anuncian nueva ruta a Córdoba a partir de noviembre

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí